Ramas, pañitos, palos, pelos, laca, alambre, maquillaje y pieles de reptil. Enredados, ajustados y afinados. Elementos multiplicados como una célula en mitosis. Se separan y se juntan al tiempo, del lado derecho, después del izquierdo. Todos estos materiales tienen algo de testimonio y algo desagradable; juntos son un ensamblaje monstruoso y frágil pero también bello. Son la vida en caleidoscopio. Un poco más lejos, renglones de letras caen como caligramas surrealistas. Se intuye un alfabeto de ornamentos o un lenguaje secreto, trabajando en sincronía con cada uno de los nombres inventados para las criaturas: Lananteterequismixgarlluón; Rasuntisanollamas, Raustrobunossi.
Esta exposición recoge, en dos tiempos, un proceso de más de dos años con una iteración instalativa, intuitiva y matérica y otra versada al lenguaje. Cuarenta y dos criaturas u organismos inquietantes hechos a mano a lo largo de dos años construyen la dimensión matérica de la exposición. En las gráficas, por otro lado, se explora el acto de nombrar como acto creador. Ahí se revela, además, el sistema poético con el que se nombró y que hizo surgir un lenguaje propio.
Relaciones Simbióticas es un ecosistema de relaciones hechas de afectos y de infinitos micromundos desplegándose como una sinfonía de materiales residuales. Relaciones Simbióticas descansa en percibir lo no inmediatamente perceptible al interconectar residuos del universo femenino con el universo animal y vegetal. Requiere una mirada de cuidado, un ojo atento al hablar de los objetos y la naturaleza, a los gritos del entorno en una frecuencia que poco se oye y que pocos oyen. Se trata de entender el entorno no sólo como el medio ambiente, sino más allá, como lo tácito y semi-invisible de los lazos afectivos, los cientos de efectos mariposa, la energía entre ustedes y yo, lo que creamos y no queremos ver.
Texto y curaduría, Inés Arango 2021